La procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa) es una plaga que afecta principalmente a los pinos y cedros, pero, como sabéis, su impacto va más allá del daño forestal. En los últimos años, debido al cambio climático y el aumento de temperaturas, su ciclo biológico se ha adelantado, provocando que aparezca antes de la primavera, lo que aumenta los riesgos para la salud de personas y mascotas. Hoy, desde Clínica Veterinaria Ciudad de los Ángeles, os hablamos de ello a modo de recordatorio.
Procesionaria del pino: Pronta llegada y los riesgos para personas y mascotas
¿Por qué se adelanta su llegada?
Las temperaturas suaves en invierno favorecen el desarrollo acelerado de la procesionaria. Como resultado, las orugas descienden de los árboles antes de lo habitual en busca de un lugar para enterrarse y completar su metamorfosis. Este adelanto implica una exposición prolongada a sus peligrosos pelos urticantes.
Efectos en personas y mascotas
Los pelos de la procesionaria contienen toxinas que pueden causar reacciones alérgicas graves. En humanos, el contacto con la piel puede generar irritaciones, picor intenso y, en casos más severos, problemas respiratorios si los pelos son inhalados.
Las mascotas, especialmente perros y gatos, son las más vulnerables. Si olfatean o lamen una oruga, pueden sufrir inflamación en la boca, necrosis en la lengua, dificultad para respirar y, en casos extremos, un shock anafiláctico.
Prevención y control
Para reducir el riesgo, es clave evitar zonas con presencia de procesionaria, podar árboles infestados y utilizar tratamientos biológicos o trampas ecológicas. Si una persona o mascota entra en contacto con ellas, se recomienda acudir de inmediato a un médico o veterinario.
La prevención es clave para evitar los peligros de esta plaga cada vez más temprana.