La llegada de un bebé al hogar siempre es causa de celebración para todos, excepto tal vez, para nuestra mascota. Normalmente, nuestras mascotas son los reyes de la casa, los más mimados y consentidos, por lo que, en ocasiones, pueden no ver con buenos ojos tener que compartir la atención con un nuevo miembro de la familia.
Si no están acostumbrados a los niños la adaptación puede resultar realmente complicada. Algunos perros, pero especialmente los gatos, son animales de costumbres y no suelen llevar bien que sus hábitos sean alterados de forma repentina. Los gritos y llantos, los olores, las atenciones… son muchos los cambios que tienen que afrontar, por ello, lo mejor es comenzar a acostumbrarles de forma progresiva, empezando antes del nacimiento del niño.