Te has dado cuenta. Quizás fue ayer, cuando intentó subir al sofá y se quedó a medio camino, o tal vez llevas semanas notando que ya no corre hacia la puerta con la misma alegría cuando llegas a casa. Se te encoge el estómago.
Sabemos perfectamente lo que estás pensando: «¿Le duele?», «¿Se va a quedar inválido?».
Respira. En la Clínica Veterinaria Ciudad de los Ángeles vemos casos de displasia de cadera en perros prácticamente cada semana. Y te vamos a dar una buena noticia antes de empezar: este diagnóstico no es una sentencia. No es el final de sus paseos ni de vuestros juegos. Es simplemente el momento de cambiar la estrategia para que su calidad de vida siga siendo de diez.
Si vives en Madrid y sientes que tu peludo «camina raro», quédate. Vamos a explicarte qué le pasa y, lo más importante, cómo vamos a ayudarle a volver a ser él mismo.

¿Qué es realmente la displasia de cadera en perros? (Explicado fácil)
Olvida los términos médicos impronunciables por un minuto. Imagina la cadera de tu perro como un engranaje o una bisagra. En una cadera sana, la cabeza del fémur (la «bola») encaja perfectamente en el hueco de la pelvis (el acetábulo). Gira suave, sin roces.
Cuando hablamos de qué es la displasia de cadera en perros, nos referimos a que ese engranaje no encaja bien. Hay holgura. La «bola» baila dentro del hueco o se sale ligeramente.
¿El resultado? Roce. Y ese roce continuo, paso tras paso, provoca desgaste y, finalmente, artrosis. Es como una bisagra oxidada que chirría; al principio solo molesta un poco, pero si no se engrasa o se repara, acaba atascándose.
Aunque solemos asociarlo a «gigantes» como el Pastor Alemán, el Labrador o el Mastín, la realidad es que ningún perro está exento al 100%, aunque la genética juega un papel enorme. Pero tranquilo, que tenga predisposición no significa que no podamos frenar los síntomas.
Señales de alerta: Displasia de cadera perros síntomas
Aquí es donde tienes que hacer de detective. Tu perro no te va a decir «oye, me duele la cadera izquierda». Los perros son estoicos por naturaleza y muchas veces camuflan su dolor hasta que es muy agudo.
Sin embargo, su cuerpo habla. Fíjate si notas algo de esta lista en su día a día:
- El «Bunny Hopping» (Salto de conejo): Esta es clásica. Cuando corre, ¿junta las dos patas traseras a la vez como si fuera un conejo? Lo hace para repartir el peso y evitar mover las caderas de forma independiente.
- La rigidez de la mañana: Se levanta tras una siesta larga y parece «oxidado», camina tieso los primeros pasos y luego parece que calienta y mejora.
- Adiós a las escaleras: De repente, subir escaleras o saltar al maletero del coche se convierte en un drama. Se planta y te mira pidiendo ayuda.
- Cambio de humor: ¿Está más gruñón? Si le tocas la zona trasera y se gira bruscamente o intenta morder, no es que se haya vuelto malo, es que le duele.
- Pérdida de masa muscular: Si le miras desde arriba y ves que sus cuartos traseros están muy delgados en comparación con sus hombros (que se ensanchan porque carga todo el peso delante), es una señal clara de displasia de cadera perros síntomas.
El Diagnóstico: ¿Cómo sabemos si mi perro la tiene?
Si has marcado varios puntos de la lista anterior, no te quedes con la duda. La «palpación» en consulta nos da pistas (si le duele al estirar la pata, si notamos chasquidos…), pero no nos dice la verdad completa.
Para saber a qué nos enfrentamos, necesitamos ver el hueso.
La prueba de oro es la radiografía cadera perro. Pero ojo, no vale cualquier radiografía. En la Clínica Veterinaria Ciudad de los Ángeles somos muy meticulosos con esto: necesitamos que la postura sea perfecta para medir los ángulos de la cadera con precisión milimétrica.
Por eso, muchas veces recomendamos una sedación ligera. No es para complicar las cosas, es para que tu perro no sufra al estirarle las patas en posiciones que le molestan y para que la imagen sea nítida a la primera. Un diagnóstico precoz, especialmente si tienes un cachorro de raza grande (entre los 4 y 6 meses), puede cambiar radicalmente su futuro.

Tratamientos: ¿Hay vida después del diagnóstico?
Rotundamente sí. De hecho, muchos perros viven años con displasia sin perder la sonrisa, siempre que se gestione bien. El tratamiento no es «café para todos», depende de la edad de tu perro y del grado de la lesión.
Tratamiento Conservador (Sin cirugía)
Si el caso es leve o tu perro ya es mayor, solemos optar por un plan de manejo integral. Aquí tú eres parte fundamental del equipo:
- Control de peso estricto: Grábate esto a fuego. Cada gramo extra es una mochila de piedras para sus caderas. Mantenerlo delgado es el mejor analgésico natural que existe.
- Medicación a medida: Usamos antiinflamatorios de última generación para los días malos y condroprotectores (suplementos para las articulaciones) para nutrir el cartílago a largo plazo.
- Fisioterapia y paseo controlado: Nada de maratones de fin de semana. Mejor 4 paseos cortos de 15 minutos que uno largo de una hora. El movimiento suave lubrica la articulación; el impacto la daña.
Opciones Quirúrgicas
¿Y si el tratamiento conservador no basta? Existen opciones quirúrgicas, desde intervenciones preventivas en cachorros muy jóvenes hasta prótesis de cadera en casos severos. Pero no nos adelantemos. En la clínica evaluaremos si tu perro es candidato y te explicaremos los pros y contras con total transparencia.
Consejos para cuidar a un perro con displasia en casa
El tratamiento médico lo ponemos nosotros, pero el cuidado diario lo pones tú. Pequeños cambios en casa hacen milagros:
- Suelos antideslizantes: El parquet o la tarima son pistas de patinaje para un perro con displasia de cadera. Pon alfombras o caminos de goma. Si resbala, se hace daño y coge miedo a caminar.
- Camas ortopédicas: Olvida las colchonetas finas. Necesita un colchón de espuma viscoelástica (memory foam) que reparta su peso y no presione sus articulaciones al dormir.
- Rampas, no saltos: Si sube al sofá o al coche, ponle una rampa. Evitar ese impacto de bajada protegerá sus caderas (y de paso, sus codos).
- Calor para el dolor: En invierno, protégelo del frío y la humedad, que son enemigos declarados de la artrosis.
No dejes que el dolor decida por él
Tener displasia no significa dejar de ser un perro. Significa que necesita un **dueño comprometido** y un equipo veterinario que sepa exactamente qué teclas tocar para aliviarle.
En la Clínica Veterinaria Ciudad de los Ángeles, contamos con la tecnología para realizar el diagnóstico preciso y diseñar un plan a medida para tu mejor amigo.
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